Es una propiedad presente en toda materia, que provoca la atracción o repulsión de dos cuerpos. A diferencia de la gravedad, la existencia de un campo magnético en toda porción de materia se debe a la carga eléctrica de los electrones de la misma.
El magnetismo está relacionado, por definición, con cargas eléctricas en movimiento. Sabemos que los electrones tienen carga negativa y rápidos movimientos de rotación (spin) y traslación. Aunque todos los cuerpos tienen campo magnético, algunos materiales, como el hierro, tienen la propiedad de posicionar sus electrones en un extremo del cuerpo.
Aquel cuerpo que se acerque a ese extremo con el mismo posicionamiento de electrones tendrá la misma carga y será repelido; mientras que, al darlo vuelta, sus cargas serán opuestas y será atraído. Por esa razón, algunos metales parecidos son utilizados como imanes.
A mayor escala, cuerpos celestes como nuestro planeta, con un núcleo rico en hierro, tienen su propio campo magnético. Solo basta pensar en la Tierra como un enorme electrón, con movimientos de rotación y traslación, y con un campo magnético inclinado unos 10 grados respecto al eje de rotación. A este campo le debemos la vida, ya que desvía la mayor parte de las partículas cargadas eléctricamente que componen el viento solar, y que de otra forma destruirían la atmósfera externa, incluyendo la capa de ozono.