Así como la rotación y la traslación, la precesión de los equinoccios sería el tercer movimiento fundamental, consecuencia de la inclinación del eje terrestre con respecto al plano formado por la Tierra y el Sol (Eclíptica).
Se trata del gradual cambio de inclinación de este eje sobre el cual gira nuestro planeta; es decir que la Tierra gira sobre sí misma y a la vez realiza un movimiento similar al de un trompo o peonza tambaleándose, con la diferencia de que dar una vuelta completa le tarda 25.776 años. En efecto, el eje inclinado recorre una circunferencia, a una velocidad de 1° cada 71,6 años.
El movimiento en sí es generado por la inclinación misma del eje terrestre (lo cual produce las estaciones del año) y el achatamiento polar de la Tierra. En otras palabras, no habría tal movimiento en un cuerpo completamente esférico.
El nombre surge del efecto que tiene sobre el punto Aries y el Punto Libra: estos retroceden 50,29” aproximadamente cada año (“preceden” a los anteriores), lo que produce que ya no apunten a la constelación Aries y Libra, sino a Piscis y Virgo respectivamente.